sábado, 12 de marzo de 2016

CUESTIÓN DE TENDENCIAS

   Una tendencia tiende a desarrollarse hasta al final, al no ser que un esfuerzo obstinado, progresivo y duradero lo evite. Por "suerte" no todas las tendencias implican una negatividad claramente manifiesta, al menos al principio, luego..., puede que esa percepción cambie.

   El problemas de las tendencias es que suelen retroalimentarse constantemente sin mediar en ello un conocimiento explicito por nuestra parte, y lo que comienza, como un simple e inocuo proceder, progresivamente va acaparando nuestra personalidad, asumiendo, finalmente, el control de nuestros actos volitivos.

   Mientras que la energía para desarrollar una tendencia es mínima, los esfuerzos para revertir sus efectos son enormes, porque, en definitiva, se trata de cercenar una parte de nuestra propia personalidad. Es una verdadera catarsis que debe aniquilar las adherencias que menoscaban nuestra posibilidad de "ser"

  Muchos os preguntaréis a qué viene este galimatías. Bueno, desde que comencé este blog, la idea principal, siempre implícita en la mayoría de los post que he escrito, era sin duda tratar de mejorar la salud; para ello, he recurrido, en innumerables ocasiones, no sólo a la ciencia, a través de múltiples estudios donde apuntalar un proceder concreto, sino también, y lo que creo más importante aún, utilizar el lenguaje del "sentido común" como lógica "mundana" con la que poder "entender" y hacerme entender.

   Estoy convencido que la gran mayoría de los que me leéis, compartís, en esencia, la misma preocupación que yo por la salud, pero ella no debe constituir un fin en sí misma; el fin, en todo caso, sería alcanzar aquello que una vida saludable te puede otorgar, que no es otra cosa que plenitud. Ese es el verdadero fin, la grandeza del ser.

   Pero, volvamos a poner los pies en el suelo.

   Cuando una persona, por poner un ejemplo, se convierte en “manifiestamente obesa”, debemos considerar que una tendencia suscitada mucho tiempo atrás ha ido desarrollándose progresivamente, casi imperceptible, doblegando una personalidad hasta hacerla irreconocible del estado previo. ¿Cómo surgió? No será fácil de adivinar, y lo más normal es que nos justifiquemos “echando balones fuera”. Pero no debemos tratar de buscar argumentos para justificar aquello que nos penaliza o nos destruye. Ese el gran problema de la tendencia: primero nos atrapa, luego nos “roba” y, por último, nos redefine. Luchar contra ella, es luchar contra nosotros mismos.

   Como dije al principio, revertir una tendencia requiere un esfuerzo, obstinado, progresivo (de menos a más) y duradero. Fuera de la excepcionalidad de la causa genética, la obesidad, como clara tendencia que es, pertenece exclusivamente al individuo que porta el exceso de kilos, y, como tal, suya es la decisión de hacer o no hacer. Y aunque siempre se puede culpabilizar a los poderes fácticos, esta actitud jusficativa no ayuda a revertir las consecuencias de una tendencia por años mantenida.

    Lo primero para cambiar una tendencia es tener la firme determinación de hacerlo (obstinación); este impulso debe ser de una extraordinaria fortaleza, aunque por sí mismo resulta insuficiente… Cuántas veces no habremos visto a muchos dedicar un enorme esfuerzo para adelgazar y en poco tiempo recuperar lo perdido. Los que deciden “romper” con una tendencia podrían descubrir tristemente que, en algunos casos, su fortaleza resulta insuperable. Ella nos mantiene presos como si en una cárcel real estuviéramos, hasta que la desesperación nos invade y tratamos de huir saltando todas las vallas que nos vamos encontrando en nuestro paso, pero, al final, exhaustos siempre topamos con una alambrada que nos detiene definitivamente.

    La firme determinación para obrar puede ser como una manada de caballos salvajes que corren desbocados. Necesitamos saber dosificar nuestras energías para no consumirlas estúpidamente en los primero albores de una batalla. Por ello es necesario actuar con progresividad. No podemos matar “moscas a cañonazos”, tratando de resolver por la vía rápida lo que años costó desarrollar. Emplearemos todos los recursos, pero siempre, de menos a más; suavemente, utilizando el sentido común, desprendiendo cuidadosamente aquellas partes inherentes a nuestra personalidad que propiciaron el desarrollo de la tendencia que pretendemos revertir. Esta es sin duda la parte más difícil, porque no se trata de adelgazar, por seguir con el ejemplo, se trata de limpiar, depurar, eliminar aquellos “ropajes” superfluos que se han ido adhiriendo a nuestra personalidad modificando progresivamente nuestra comprensión del “mundo” y de nosotros mismos. Es una auténtica metamorfosis. Solo un verdadero cambio interno puede propiciar una apariencia distinta. Hay que romper con todo, y empezar de “cero”. No podemos esperar resultados diferentes haciendo siempre lo mismo. Pero, necesitamos paciencia. En este camino de vuelta, debemos desprendernos de lo adquirido y esto precisa tiempo.

    El tratamiento de una enfermedad, lesión o patología, como manifestación de una tendencia concreta, puede requerir, incluso, la ayuda de un profesional, como podría ser un médico, un fisioterapeuta o un nutricionista, por poner algunos ejemplos. Pero de poco servirán sus esfuerzos si nuestra “actitud” sigue siendo la misma. Sin un cambio, sin una transformación interna de nosotros mismos, sin esa metamorfosis..., la tendencia seguirá su curso. Una enfermedad tan terrible como el cáncer no sólo debe ser tratada siguiendo un enfoque médico con los diferentes protocolos establecidos. Sin esa catarsis “depurativa”, las probabilidades de que la tendencia prosiga su camino destructor serán abrumadoramente elevadas. Si nuestros hábitos son los mismos; si seguimos comiendo, bebiendo, fumando, y enganchados a nuestra forma de vida sedentaria; si el entendimiento del mundo que nos rodea no se ha modificado ni un ápice, ¿cómo podremos parar las manecillas del reloj que harán explotar la carga? Por mucha cirugía, quimioterapia y tratamientos varios que hagamos, aquello que nos llevó al punto crucial que queremos revertir, sigue estando presente, y la tendencia, generalmente no para, simplemente se desarrolla hasta el final.

    Incluso una simple tendinitis puede revelar una tendencia inapropiada iniciada tiempo atrás que recurrirá temporalmente a pesar de los esfuerzos fisioterapéuticos por evitar la dolencia. Si no ponemos de nuestra parte, si seguimos cargando de manera inoportuna un peso, realizando un movimiento repetitivo en ángulos comprometidos, si nuestra alimentación es deficitaria y el descanso inadecuado…, los esfuerzos externos por contrarrestar los efectos de una tendencia nefasta podrían ser infructuosos.

   La lesión o la enfermedad, si las tomamos en el sentido positivo, pueden representar una oportunidad para el cambio; son el mal necesario para alcanzar la perfección. Ellas esbozan los fallos que deben ser corregidos, y en esta corrección mejoramos y nos perfeccionamos. Aprender de los errores y convertirlos en virtudes..., este es el camino. De este modo, poco a poco iremos "aniquilando" todas y cada una de las tendencias que nos atrapan, nos definen y, por último, nos destruyen.

   Revertir una tendencia es como salir de la oscuridad de la noche y enfrentarse a la plenitud de un día soleado y hermoso; pero nada hermoso es duradero, y las puertas que en un momento determinado se abrieron entornadas siempre quedan, esperando una nueva ocasión para instaurar su dominio y desarrollo. Por eso mismo, nunca se ha de bajar la guardia, porque para bien o para mal y como dice el refrán: "quien tuvo, retuvo..."

4 comentarios:

  1. ¡Gran entrada como la inmensa mayoría de las que componen este blog!

    ¡Un saludo!

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  2. Qué bueno!!
    Dale difusión a tu blog, te tiene que leer muchísima más gente, tus posts están cargados de buena filosofía en medio de tantas afirmaciones sin fundamento y demás porquería que corre por ahí

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  3. Hola Carlos
    Te sigo desde hace tiempo, pero no había comentado hasta ahora.
    Totalmente de acuerdo en cuanto a las tendencias, pero discrepo en algo que para mi es básico.
    Entiendo, como tú, que cuando una persona empieza a ganar peso genera una tendencia (la mayor parte de las veces sin ser consciente) pero no comparto el hecho de que el único culpable es la propia persona obesa.
    Te hablo desde la experiencia y tod@s los gord@s que he conocido, al menos, desde el punto de vista directo del obeso (soy un gordo venido a más).
    En mi opinión el conjunto de factores que influyen en que engordes son, en cierta medida, ajenos al control de quien los sufre. Esto hace muy difícil que una persona se de cuenta de la realidad del estado o tendencia que tiene o sigue.
    La mayoría de gordos y gordas que conozco son las personas con mayor voluntad que he visto. Verdaderos héroes que son capaces de hacer las barbaridades más absurdas después de pasar por médicos de cabecera, dietistas-nutricionistas malos o mediocres, algún endocrino, terapias naturales y un sinfín de dinero gastado en mil chorradas.
    Seguro que mi opinión está llena de sesgos, no lo niego, pero no todo el mundo tiene los medios o la capacidad para acceder a información adecuada.
    El problema es que el ciudadano medio está rodeado de desinformación y cuando acude a los profesionales la cosa no cambia mucho.
    Tú y otr@s como tú, como DSP, promovéis una dietética diferente, basada en ciencia. Pero sabes que cuando salís de la carrera o te pones las pilas o sales con recursos algo desfasados.
    Joder, mira la pirámide nutricional vigente, la del SENC!!!
    Al final la persona obesa cae en lo que llamo "la culpa del gordo" que es una tendencia peor aún que la del obeso.
    Como exobeso que sigue en contacto con obesas y obesas tengo un punto de vista diferente. No es que tiremos balones fuera ni culpemos a nadie más, es que una vez entras en esa tendencia no hay ramas a las que agarrarse y las que suele haber hacen que la corriente sea más fuerte aún.
    No leas esto con ningún tipo de mal ánimo o intención, que escrito suena muy serio.

    Un abrazo!

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  4. Muchas gracias "La voz de un hombre" por tu comentario.

    Bueno, M.A.S, no te creas que me mueve mucho llegar a más gente..., prefiero que me encuentren (pocos) que llegar a quien no me buscó. ¡Un saludo!


    ¡Hola, Homo obesitas! Agradecerte también tu comentario, realmente te entiendo, y sé que en muchos casos es posible que todo se desarrolle como tú describes… Es verdad que algunos no ven recompensa a todos sus esfuerzos y, a veces, la tendencia es tan grande que muchos buenos resultados desaparecen con el tiempo por el sumidero. Pero, es lo que tenemos, por suerte o por desgracia somos el patrón de nuestro propio barco y nadie va a venir a salvarnos. A lo sumo alguien bien intencionado podría señalarte el camino correcto, pero ¿quién? Como bien dices no se sabe a qué ramas uno debería agarrarse. Es cierto, todo es caótico, los consejos contradictorios, y aunque la formación teórica de muchos nutricionistas puede ser más que suficiente (no siempre) el problema es cómo retorcer la teoría académica para que se ajuste al caso concreto, al tono gris que cada uno de nosotros representa. Eso por desgracia no se enseña en la carrera. No se puede arreglar el mundo empleando sólo dos colores. Las armas sencillas (simples) no sirven para combatir problemas extremadamente complejos. No podemos arreglar las cosas con un simple ajuste de macronutrientes y calorías, tal vez, en el corto plazo, luego dejará de funcionar. Atender a la causa es realmente difícil, yo sólo pongo mi granito de arena, al menos al nivel teórico, tratando de mostrar cualquier estudio que represente, al menos, otro punto de vista.
    A veces me pregunto: por qué no emplear una dieta cetogénica en ciertos casos, o una muy alta en proteínas en otros. Por qué no atender antes a la inflamación que al recorte de calorías. Por qué debe ser el HIIT el método de formación más recomendable, y por qué no serlo... Por qué hacer sufrir a la gente con dietas ridículas sin antes atender a sus bacterias intestinales o por qué no escudriñar en sus traumas, complejos o problemas circunstanciales…, por qué, por qué…
    Por desgracia, casi nadie va a hacer eso por ti. Al final, sólo estás tú y tus tendencias. Bueno, ya termino con una frase de Ortega: “yo soy yo y mi circunstancia, si no la salvo a ella no me salvo yo”.
    En este caso, cambiarla solo depende de nosotros, seamos o no culpables de lo que nos pasa, pero no podemos dejar nunca que una tendencia nos destruya sin haber hecho lo posible por impedirlo.
    Gracias por leerme y comentar.
    ¡Un saludo!

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